Pasadas las diez, hace ya rato que empecé a ver tulipanes por todas partes ¡Y mi niña que no Fotos divertidas!
Había conseguido una inmejorable perspectiva de la escalera de entrada, pero a fuerza de habanas y concentración, veo ampliarse por momentos el campo de mis desvelos, abarcando ya el local entero, que bulle en el fragor de la fiesta aperitivo Saturday Night High Standing; al tiempo que me voy desmimetizando y, dicho de cualquier modo, sobresaliendo por mis propios fueros: bailando con mi rosa roja para ¡HIP! ella, un esperpéntico vals-rap para...¡Hip!...¡enlace!
La diosa ha salido a la pista. Parece ser que a la mujer más bella del planeta le ha dado por fijarse en mí; precisamente hoy, que tengo cita. Y vierte a borbotones su impúdica mirada sobre mi persona, mientras parece señalar con la punta de la nariz la desmejorada flor que da brincos, fuera de compás, a la altura de mi diástole, borrachuza y despeinada: lo que queda de mi solitaria rosa roja para mi tulipán negro con chica, que ya no vendrá esta noche.
-CITA A CIEEEEEEGAS- le vocifero al oído señalándome el capullo.
-Tú ya has ligado esta noche- me susurra ella a los ojos con hormonal y desafiante aplomo. Sin dudarlo un instante, me arranca la flor de un bocado y la escupe con insólito vigor, haciéndola volar entre el humo multicolor que intoxica la sala abarrotada; para ir a acabar su inútil vida entre una desaforada jauría de cientos de pies desalmados.
Con mi gozo en un pozo y miss universo en ristre, decido volverme loco un rato; y para no espesarme mucho, me paso al gyn tónic. No sin antes engullirme dos coñacs de golpe.
A partir de este momento los acontecimientos se precipitan. Tan sólo un par de ideas fijas, deshiladas, nadan por mi anegado cerebro, intentando salir a flote en el pozo turbio de mi memoria mutante. No sé muy bien quién soy, ni qué hago aquí; pero tampoco me importa, ya que parezco haberme convertido en el rey de la fiesta. Y en efecto, me recuerdo vagamente simpatizando bastante con damas de muy variopinta estirpe y calado. Actitud la mía que, sin duda fue muy mal interpretada por sus correspondientes acompañantes. Y, sobre todo, por el padrino de la diosa, que apareció en mala hora...